miércoles, 17 de junio de 2009

El lémur

Benjamin Black
Alfaguara, Novela policial, 203 páginas. Edición 2009

Más de una obra maestra se han compuesto por encargo. El mecenas no es aquí un príncipe, un obispo o un magnate sino uno de los diarios más influyentes del mundo. The New York Times contrató a John Banville -Benjamin Black es el seudónimo con que explora la literatura de género- para escribir una novela policial, susceptible de ser publicada por capítulos. El resultado es decoroso. Se trata, obviamente, de una producción menor del genial irlandés, pero hay párrafos que dan la sensación de ser perfectos, si es que esto fuese posible. La trama no es nada del otro mundo, pero uno se va de la novela con la convicción de haber leído otra competente exhibición de estilo. El ingenio y la erudición colorean las páginas. ¿Cuántos escritores modernos son capaces de parangonar la desnudez de una amante con aquellas odaliscas en tonos rosados y platino que pintaba Mondigliani?

El libro, por lo demás, satisface los requisitos del género. Banville deja descansar al patólogo Quirke, protagonista de sus dos novelas anteriores. Inventa a John Glass, otro personaje de tintes grahamgreenianos, es decir un católico maduro e infeliz, atormentado por dilemas éticos. Vive con una esposa rica y espléndida, pero él ya no la ama. Ni siquiera la desea. Arroja por la borda su prestigio de periodista íntegro y comprometido con causas perdidas para escribir la biografía de su suegro, un magnate que en su tiempo fue un legionario implacable de la CIA. Contrata a un investigador privado, cuya apariencia tiene un inquetante parecido con uno de los mamíferos más extraños, el lémur. El muchacho, un as de las computadoras, tropieza con un secreto de familia y somete a Glass a chantaje. Recibe como recompensa un balazo en el cerebro.

Leer a Banville es reencontrarse siempre con las virtudes clásicas de la literatura. A pesar de que el libro se degrada con concesiones y guiños a los lectores de periódicos, aquí también pueden disfrutarse la belleza de una descripción, el tallado magistral de los personajes y un gran dominio de la metáfora. El sol inane de Nueva York en primavera se parangona, por ejemplo, con un anciano inválido que se arriesga a dar unos pasos después de una larga convalescencia invernal. Escritores como Banville tienen, para decirlo con sus propias palabras, "finura esplendente".

Guillermo Belcore

Calificación:
Bueno

PD: Rodrigo Fresan realizó una muy buena entrevista al autor. Podes leerla en
http://www.abc.es/abcd/noticia.asp?id=11619&sec=32&num=894
Quintin expresó su decepción con el libro. He aquí otro punto de vista:
http://www.lalectoraprovisoria.com.ar/?p=3903#more-3903

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