sábado, 8 de agosto de 2009

Adios Hemingway

Leonardo Padura
Tusquets. Novela policial, 190 páginas. Edición 2009. Precio aproximado: 48 pesos.

Esta novela policial fue escrita a pedido. Los editores brasileños de Leonardo Padura (1955) lo invitaron a sumarse a una colección que entremezcla literatura y muerte. El autor cubano imaginó entonces la misteriosa aparición de un cadáver en Finca Vigía, la casaquinta de Ernest Hemingway, en las afueras de La Habana. Cuarenta años después de su muerte, aparecen indicios de que el escritor -o una persona de su séquito- ha perpetrado un asesinato. Para colmo, junto a la osamenta aparecen una bala de ametralladora Thompson y una chapa del FBI. ¡Un escándalo en ciernes!

El caso cae en manos del detective que inventó Padura. Mario Conde se ha retirado de la policía e intenta convertirse en escritor. Se gana la vida traficando libros, sufre calambres en el alma por una mujer y por un amigo que partió al exilio, ya no resiste a pie firme los festines y las melopeas. Sólo le queda -como decía Borges- el goce de estar triste. Su visión del mundo tiene el sentido de la justicia arcaico y el conservadurismo típico de los detectives privados, aunque opera bajo un régimen que detesta la actividad privada. Un antiguo camarada le pide auxilio para resolver el entuerto.

La narración va alternando la investigación de Conde con los años finales de Hemingway. Se hurga en las razones que colocaron una escopeta de caza en la boca de ese dios malévolo y violento de la gran literatura. El libro es interesante, porque Hemingway es una figura que siempre resulta interesante. No hay densidades temáticas ni psicológicas, pero el libro sabe atrapar el habla habanera y se las ingenia para denunciar el estalinismo y “el cuasi fascismo” de Estados Unidos. Más benévola es la pintura del telón de fondo, es decir de la Cuba castrista. Para gozo de la platea masculina, cumplen un papel en la trama las bragas negras de Ava Gardner. Con ellas, Hemingway envolvía su revólver calibre 22.
Guillermo Belcore
Publicado en el suplemento de Cultura de La Prensa del domingo 2 de agosto.

Calificación: Regular.

PD: ¿Puede un investigador privado operar en La Habana sin que el régimen dictatorial siquiera lo incomode? Tráguese usted esa patraña y la novela funciona. Se lee fácil y rápido, pero no es más que un entretenimiento decoroso.

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