sábado, 4 de diciembre de 2010

El puente

David Remnick
Debate. Ensayo biográfico. 751 páginas. Edición 2010.

Sentado en su butaca, una butaca amplia y blanda,
rodeado de cenizas,
el abuelo cambia de canal, bebe otro
trago de Seagrams a palo seco y pregunta
¿qué puede hacer conmigo un joven inexperto

que no reflexiona sobre el

fraude que es el mundo porque

las cosas han sido fáciles para el?;

lo miro con dureza a la cara, una mirada

que se desvía de su frente;

estoy seguro de que no es conciente de sus

ojos oscuros y húmedos que

miran en distintas direcciones,

y sus lentos e inoportunos tics

no cesan...

Barack Obama


En 1996, ayer nomás, un prestigioso organizador comunitario de Chicago viajó a Los Angeles para presentar su primer libro. La obra era la típica narrativa de ascensión que caracteriza al venerable género de la autobiografía afroamericana. ¿Saben cuántas personas fueron a escuchar esa noche a Barack Hussein Obama? Nueve, ni una más. Doce años después, el elocuente y sofisticado abogado de Harvard quebró por primera vez la odiosa barrera racial y se convirtió en el cuadragésimo cuarto jefe de la Casa Blanca. Un puente histórico había sido cruzado.

En verdad, sólo en una sociedad abierta como la de Estados Unidos la meritocracia puede abrirse paso, rauda, hasta la cúspide. Aunque claro, sin una feroz recesión, dos guerras, el inepto e insensible George Bush, dos influyentes series de televisión y la adoración de los periodistas, Obama, quizás, nunca lo hubiera logrado. Las ventanas de oportunidad para pelear la presidencia se cierran con pasmosa rapidez.


Mil anécdotas contiene El puente, la monumental biografía de Obama que acaba de ser publicada en la Argentina. La escribió David Remnick (New Jersey 1958), el director de The New Yorker, ese bastión del pensamiento progresista y del periodismo de calidad. El eje del relato es la cuestión racial; y la perspectiva, siempre muy favorable: por primera vez gobierna la Casa Blanca un hombre que representa la variedad de la vida. Padre de Kenia, madre blanca de Kansas, criado en Indonesia y Hawaii, educado en la libertina California y en la aristocrática Ivy League, sus señas personales son la tolerancia, la apertura mental, la inclusión. Debe resaltarse, además, que la identidad no sólo le vino en los genes, Obama eligió vincular su ascenso personal con el destino de los hombres y mujeres que llegaron en barcos de esclavos. El libro une también de manera magistral la historia individual con los procesos sociales, económicos y culturales.


De novela
El autor emplea el formato documental: oímos a infinidad de personas. Bob Dylan dice de Obama: "Es como un personaje de ficción, pero real''. Remnick, graduado en literaturas comparadas, demuestra que conoce el valor narrativo de los caracteres secundarios. Describe una legión de personalidades interesantes que orbitaron en torno al gran protagonista. Así, con una montaña de datos rigurosos y brillantes piezas de oratoria, conformó un notable y ameno retrato del hombre más poderoso del mundo. O del segundo, de acuerdo al último ranking de Forbes (Hu Jintao lo ha superado).


A esta altura, el lector se preguntara cómo es el Barack Obama de Remnick. Es un político habilísimo y encantador con gran inteligencia emocional, tiene capacidad para adivinar lo que desea la gente y para suscitar esperanzas. Tiene también una suerte descomunal (por alguna razón sus rivales se mancan). Lanza permanentemente hechizos de seducción carismática a su auditorio, que con pericia disfraza con un barniz de informalidad y menosprecio hacia sí mismo. Pero es un tipo pagado de sí mismo, con la indispensable cuota de megalomanía que le ha permitido llegar a la cima. Practica en público un estilo serio, ecuánime, cortés; trasmite un idealismo práctico, siempre en busca del consenso. Lo suyo es "tender puentes''. Gusta de mostrarse como una metáfora de la diversidad humana y del Estados Unidos joven. Den a Barack diversidad y será el rey del lugar. Es un extraordinario orador (combina el profesor con el pastor) y tiene mucha calle, ha trabajado junto a los pobres y la clase trabajadora. Es enigmático, pero de un modo típicamente estadounidense. Es el primer presidente norteamericano desde John F. Kennedy que actúa y habla como miembro de la elite intelectual de Estados Unidos. Sus ambiciones y su notable ego a menudo han chocado con su deseo de estabilidad. En privado, es un individuo bastante divertido pero en general, aunque ha probado casi todo, tiene una personalidad sobria y una naturaleza prudente. Ha dado muestras de talento literario, antes de dedicarse a la política. Fantaseó con la idea de ser novelista o poeta. Llamó la atención de los medios, no sólo por su fantástico carisma, sino también por ser un lector voraz, dado a deliberar, versado en política, e incluso en filosofía política. Uno de nosotros, según la visión del establishment progresista moderado.

Guillermo Belcore

Este artículo abrió el Suplemento de Cultura del diario La Prensa de este fin de semana.


Calificación: Muy bueno

1 comentario:

Anónimo dijo...

ASTERION.
cosas raras de la vida.
Ud sabe que si es negro.....y juega al BASKET....ya es de mi simpatía.

Alejandro.
(desde chile)