sábado, 9 de abril de 2011

Sexo y poder en Roma

Paul Veyne

Paidós. Ensayo de Historia, 171 páginas . Precio aproximado: 100 pesos

Roma es uno de esos hitos a los que el amante de la Historia retorna cautivado una y otra vez. Evoca un ideal de poder y de fuerza, de imperialismo pero también de civilización, donde convivían el refinamiento y el derecho con una crueldad que corta el aliento. ¿Que ha quedado de aquellos siete siglos asombrosos? Bajo la lava de los tópicos, qué era en realidad ser ciudadano, esclavo o gladiador romano. ¿Cuáles eran sus ideas acerca del matrimonio y del sexo? ¿Por qué inventaron el odioso deber político de panem et circenses? Este libro ofrece respuestas precisas, aunque de un modo fragmentario.

Publicada por primera vez en 2005, la obra reúne entrevistas y artículos muy amenos y esclarecedores. Oímos a un erudito francés que consagró su vida al estudio de la Antigua Roma. Paul Veyne (1930) se presenta como un descreído de las ciencias sociales y, como Spinoza, piensa que las ideas generales no son nada, son una cosa hueca. Por lo tanto, nos advierte siempre sobre la tentación de atribuirle a los romanos nuestros propias convicciones, las que seguramente no valen mucho más. Veyne es reconocido como arqueólogo e historiador de mentalidades.

El ensayo alega que el nivel de violencia de la civilización romana era normal para la época. Sorprende la afirmación de que los antiguos carecían por completo de capacidad introspectiva, aunque el suicidio meditado se había popularizado. La gente sencilla consideraba a los dioses una especie viva, como los animales. Su deporte nacional era el derecho privado, seguían los procesos como nosotros las fruslerías de la televisión. También era un goce extendido ver correr sangre, contemplar la muerte de un semejante. Sodomizar al esclavo favorito fue práctica corriente (lo que importaba en Roma era ser el compañero activo, el sexo del partenaire carecía de importancia). El Imperio, que siempre tuvo la estructura de una mafia, no murió por cierto de descomposición interna. Aún floreciente, en el siglo V fue capturado por asalto.

Guillermo Belcore

Una versión más breve fue publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa

Calificación: Bueno

PD: Cada vez que usted alce ante un agresor su dedo medio (el llamado dedo obsceno) estará remedando a los antiguos litigantes romanos.

PD II: Seneca igualaba el lesbianismo con las “mujeres que cabalgan a los hombres”. Repudiaba con igual fervor ambas prácticas sexuales por "antinaturales".

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