sábado, 30 de julio de 2011

La gaviota

Sándor Márai
Salamandra. Novela, 187 páginas. Edición 2011

En el terrible momento en que Hungría decide si secunda -o aún no- la guerra de exterminio que han lanzado los alemanes contra Rusia, el señor consejero de Su Excelencia recibe una visita perturbadora. Una casualidad aunque resulte absurda, estúpida y novelesca. Como si la mujer a quien había amado regresara desde la tumba. En efecto, la bella y etérea Aino Laine, una joven finlandesa atrozmente parecida a su amada Ilona, se presenta en el despacho en busca de una visa de trabajo. ¿Quién la envía a Budapest? ¿Tú, que mueves los hilos de los marionetas humanas? ¿O bien es agente de una sórdida potencia?

Este es el tema de la primera novela de Sándor Márai (Karai 1900-1989), otro caso flagrante de consagración póstuma, aunque ahora, que ha conquistado el favor de las masas, parece estar de moda entre la intelectualidad elitista y esnob repudiarlo por sus virtudes clásicas y sus defectos decimonónicos. La gaviota fue publicada por primera vez en Hungría allá por 1943, en circunstancias tan apremiantes que obligan a pasar por alto sus énfasis insensatos y sus noñerías. Al artista le urgía explicar la desintegración de la Europa civilizada. Además, no se olvide, querido lector, que se trata de una obra primeriza. Y para colmo mal parida: Márai erró el camino, debió haber sido una obra de teatro.

Pero, como sabían los antiguos, no existe libro tan malo que no contenga algo bueno. Usted encontrara aquí metáforas elegantes, una entonación delicada y algún que otro párrafo majestuoso, como aquel que desmenuza la naturaleza del beso y postula, justamente, “que todo lo que pueda ocurrir sin que medie el beso carece de sentido”. Esta muy bien, además la reprobación aristocrática de los hombres-masa, urdida sin hebra alguna de corrección política, ese veneno para la literatura de calidad. Es el sufrimiento del hombre culto que siente que están los bárbaros ante su puerta blandiendo un hacha. Sin los hombres-masa, la fuerza corrupta de Hitler no se hubiera encaramado a la Historia para triturar familia, patria, mundo burgués y ese espacio tan fecundo como irrecuperable del que surgió Márai y otros talentosos, al que conocemos (y añoramos) como Centroeuropa. Véase la fuerza del odio del escritor, desprecio vivificante para la expresión. Transcribo un pasaje celinesco:

“Ellos constituyen la masa. ¿Acaso no lo sabías? Los sabios de la era moderna han escrito estudios inquietantes sobre ella, sobre esa masa que no es ninguna congregación muda y melancólica en el patio de una fábrica, sino una masa que se halla y se palpa por doquier, en la sala de espera del dentista, en los departamentos de los edificios recién construidos, incluso en la soledad. Son masa, aun cuando están solos. Y el alma de un individuo es simplemente un átomo del alma de la masa: ese brote de impersonalidad que crece exponencialmente emite ‘opiniones’ sobre cualquier asunto, carece prácticamente de todo conocimiento real y va buscando una vía de escape, asustado, frívolo, deslumbrado, sin norte ni objetivo… ¿De qué te sorprendes? Esta masa, estas mujeres maquilladas como cadáveres egipcios, estos hombres de mirada dura y malintencionada que lucen sus trajes de última moda impecablemente cortados como si fueran uniformes de una sociedad secreta, forma el sustrato de esta civilización. En todas partes se da la misma fría complicidad. En cualquier lugar se asiste a esta alianza de sangre establecida previamente que, entornando los ojos, intercambia señales sobre el sexo, los negocios y el mundo. Una basura humana bien planchada que posee cuerpo, nervios y capacidad de habla, pero carece de alma. (…) “Materia” es la palabra mágica que excita los nervios de esta gente: la materia, o sea, oro, tejidos, café o petróleo, algo que puede tomarse con las manos, que puede esconderse, para luego sacarlo de la nada ante la inquieta miseria humana, por arte de magia, con los trucos de prestidigitador”…
Guillermo Belcore
Una version más corta de esta reseña fue publicada en el Suplemento de Cultura del Diario La Prensa

Calificación: Regular

1 comentario:

Libros dijo...

Muy de acuerdo con esa moda snob que comentas (lo mejor es ignorar en la mayoría de las ocasiones a esa "intelectualidad elitista"). A mi Márai me parece un gran escritor, y "El último encuentro", por ejemplo, una de las mejores novelas sobre la amistad que he leído.
Un saludo
Leo