sábado, 3 de diciembre de 2011

Narrativas de la diáspora irlandesa bajo la Cruz del Sur

Laura Patricia Zunini de Izarra
Corregidor. Ensayo de historia, 238 páginas

“Para mí Irlanda es un país de gente esencialmente buena, naturalmente cristiana, arrebatados por la pasión de ser incesantemente irlandeses”
J. L. Borges

El aporte de la heroica Irlanda a la Argentina ha sido esencial pero nunca debidamente reconocido. Desde el padre Thomas Fehily (o Field), adalid de la utopía jesuítica, hasta la obra de María Elena y Rodolfo Walsh y de Juan José Delaney, la diáspora fecundó nuestra historia y nuestra cultura. Baste recordar al almirante William Brown, a Domingo French (al general O’Higgins del otro lado de la cordillera), a Dalmacio Vélez Sarsfield, el Irish-porteño, los mártires palotinos, los personajes de tres o cuatro sublimes relatos de Borges. Que un libro reinvidique y desmenuce la herencia del trébol y del arpa no puede sino merecer elogios.

Una destacada catedrática de la Universidad de San Pablo ha tomado pues como estudio de caso a los irlandeses de Argentina y Brasil. Le añadió una fascinante evocación de la heroína-antiheroica Eliza Lynch, la amante del dictador Francisco Solano López, la “Lady Macbeth del Paraguay”. La profesora Izarra examina textos periodísticos, poesías, cuentos y novelas. Exhuma hitos y nombres. Esta parte del libro es muy instructiva; contrasta con la tediosa reflexión sobre la identidad, el sujeto diaspórico, la etnicidad y otros enmarañados conceptos que, acaso, sólo el especialista en ciencias sociales podrá disfrutar. Recién en la página sesenta el ensayo se pone bueno.

Todo hay que decirlo. El volumen es una de esas monografías universitarias convertidas en libro que exige a gritos el cedazo de un buen editor. En este caso, para aclarar la acumulación caótica de citas, eliminar la jerga de claustro y corregir una traducción que denomina “partido democrático” al Partido Demócrata de Estados Unidos o que inventa palabrejas como “conflictante” o “cosmopolitano”.

En la página treinta y ocho, se recuerda al pasar una idea de Eric Hobsbawn, el prestigioso historiador: la novela es un subproducto del nacionalismo europeo. ¿Será por ello que Irlanda, nación oprimida por los ingleses durante setecientos años, es la isla de los grandes narradores? La construcción de la nación, la desesperada afirmación de un pueblo, genera y requiere copiosa literatura. ¿Será por ello que a la Argentina, donde la idea de Patria es tan lábil (aquí es más importante ser peronista o hincha de Chacarita que argentino), le cuesta tanto producir ambiciosos novelistas?
Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa

Calificación: Bueno

No hay comentarios: