sábado, 12 de mayo de 2012

La novela, el novelista y su editor

Thomas McCormack


Fondo de Cultura Económica. Ensayo de literatura, 149 páginas. Edición 2011


Básicamente, la narración literaria se ofrece en dos calidades. La sublime, producto de un genio a lo Borges, que corrobora que el arte es una entidad sin reglas; y la convencional, cuyas partes pueden ser fácilmente identificadas y corregidas para optimizar el argumento o bien incrementar el coeficiente estético. El autor o lector de la segunda categoría (el noventa y nueve por ciento de todo lo que se publica, por cierto) encontrará útil este ensayito que atesora treinta años de experiencia de un editor exitoso en sellos como Doubleday, Harper & Lamp; Row y St. Martin's Press.

El señor Thomas McCormack sostiene una idea pragmática de lo que son los libros; postula que la literatura es un trabajo en equipo, y que el oficio de escribir, opinar o editar puede ser enseñado y aprendido, al menos dentro de esa porción del género humano que no ha nacido con el don pero cuenta con la cualidad esencial de ser sensible. Y, mire usted, no existe una sola clase de sensibilidad. No todo es para todos.

Con espléndida dicción (tiene talento para la metáfora), McCormack hilvana consejos útiles para las personas que se dedican a crear o perfeccionar un manuscrito. Ofrece sugerencias de esta caletre: "emplear accidentes para exponer a los personajes a ciertas situaciones de prueba está bien, pero usarlos para librarlos de ellas es lo que se no se acepta". Además, define con precisión conceptos resbalosos como detonador, prelibación o efecto principal deseado.

El misterio de la alta literatura, obviamente, sigue sin ser develado. McCormack reconoce que es posible sucumbir al embrujo de un texto magnífico sin ser capaz, incluso el lector espabilado, de identificar la causa de dicha respuesta. Ahora bien, si se trata de una respuesta negativa es posible diseñar técnicas sistemáticas para diagnosticar algunas de las dolencias que ofenden nuestra sensibilidad. ­Plumíferos mediocres, ¡absténgase!
Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa.

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