domingo, 14 de octubre de 2012

El diván victoriano

Marghanita Laski

Fiordo. 115 páginas. Novela. Edición 2012.

Usted llegó hasta aquí y parece dispuesto a gastar su tiempo en escucharme. Eso significa que ama la literatura. Entonces entenderá (y compartirá) el entusiasmo ante el hallazgo de la excelencia editorial. Un nuevo sello acaba de nacer en la Argentina y su primer lanzamiento es magnífico en todo sentido. Esta vez, el goce por el contenido (ya hablaré más adelante) es parejo al que proporciona el objeto libro. La cubierta sobria y hermosa, el papel marfileño Bockel de 80 gramos del interior, y el detalle de las hojas en blanco al final para las notas conforman un dignísimo rival ante el tsunami e-book. ¿Hay acaso algo más valioso para atesorar que un libro finamente confeccionado?

La gente de Fiordo, por otra parte, se ha propuesto ensanchar la cartografía artística de sus hipotéticos lectores. Trajo al idioma español una gema rara. Yo imagino a mi ignorancia como un vastísimo océano frío salpicado, de tanto en tanto, por islotes hospitalarios, que tienen el nombre de cada autor memorable que he descubierto y voy explorando. Son lugares placenteros donde evadirse de ese engorro conocido como “realidad”. ¡Qué alegría entonces tropezar con Marghanita Laski (Manchester, 1915-1988)!

No creo exagerar si sostengo que la trama de esta novela publicada por primera vez en 1953 es perfecta. Dicen en Hollywood que toda gran historia puede resumirse en un frase. Bien, aquí tenemos esto: ¿Qué ocurriría si una mujer tuberculosa pero de vida afortunada, con un marido que la adora y un bebé, mimada por todo el mundo, al despertar de una siesta (“el delicioso caos del sueño“) se encuentra en el cuerpo de otra persona, cien años atrás en el tiempo, en el mismo diván que había comprado en una tienda de antigüedades? Melanie Langdon, horrorizada, descubre que su mente (la autora nunca usa la palabra alma) es prisionera del cuerpo de Milly Baines, también tísica. Ha viajado al año 1864. Con todas sus fuerzas trata de volver al presente pero la tos aterradora y las igualmente destructivas convenciones decimonónicas se interponen en su camino.
 

El diván victoriano es lo que Borges llamaba, no sin admiración, “una obra de imaginación razonada”, como La invención de Morel. Yo percibo influencias en la novela de Virginia Woolf y de H.G. Wells. La señora Laski ha concebido una de las más fascinantes maneras de viajar en el tiempo, pero me parece que los elementos fantásticos no son lo más relevante de un libro que seduce de la primera a la última página. Hay aquí una densidad óptima de personajes y situaciones, un afinado sentido de lo teatral y una intención de denuncia social filosa como los dientes de un tiburón blanco. “El pecado cambia como la moda”, advierte la autora a los moralistas de todas las épocas.
Guillermo Belcore

Calificación: Excelente


PD: Dios está en los detalles, dicen los hebreos. Los pormenores siempre resultan importantes en la novela y su atención amorosa caracteriza al narrador sublime. Marghanita Laski plantea que si viajamos al pasado no podremos pronunciar aquellas palabras que aún no existen. Melanie desesperaba porque no podía expresar “aeroplano” a un encantador pastor victoriano.

PD II: Aquellos izquierdistas de café que consideran a la competencia y a los incentivos del capitalismo como una peste per se deberían prestar atención lo que ocurre en el mercado editorial argentino. Decenas de pequeños sellos editoriales se esfuerzan por ganar un lugar bajo el sol buscando y rebuscando joyas literarias de todo el mundo, algunas injustamente olvidadas, y dando espacio a los nuevos talentos. Aquí opera la mano invisible de Adam Smith. El interés propio redunda en el beneficio de todos; los lectores tenemos cientos de títulos estupendos por año a nuestra disposición.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nossa quanto entusiasmo!!!
Só pode ser muito boa mesmo essa novela, para vocé fazer uma critica com tanta vehemencia.
Para mim o más valioso é deleitar-me com um excelente perfume fracés.