lunes, 19 de agosto de 2013

Derrida

Benoit Peeters

Fondo de Cultura Económica. Biografía, 681 páginas. Edición 2013


¿Quedará Jacques Derrida? ¿Fue un pensador serio y original o un metáfisico inútil y oscuro? No parece razonable hoy evocarlo como un maestro del pensamiento aunque nadie puede ignorar que el hermético Derrida ha producido conceptos muy potentes. Un ocurrente definió a la deconstrucción como "el producto más rentable que se haya lanzado jamás al mercado de los discursos universitarios''. Sobre todo en Estados Unidos, donde llegó a contaminar la crítica literaria, la política educativa y hasta el derecho.

Más allá del oportunismo y del entusiasmo pueril de los estadounidenses por las modas culturales, detrás de todo este movimiento educativo hay un hombre con un talento extraordinario. Le hace justicia, por fin, una minuciosa y apasionante biografía, aunque basada, como es tradición, en un exceso de simpatía.

Benoit Peeters realizó un trabajo soberbio. Abarca desde la Argelia colonial hasta el Par¡s del siglo XXI. Recopiló bellísimas cartas y testimonios de amigos y parientes. Exhumó polémicas asesinas con colosos de la talla de Foucault o Levy-Strauss. Derrida, el enorme pedagogo, el filósofo iconoclasta, el "talmudista enloquecido", el seductor empedernido, el fino estratega que va conquistando plazas como si estuviese jugando al TEG. También, el intelectual comprometido encarcelado por los comunistas checos (Mitterrand lo salvó) y el padre que abandonó a su hijo. El paseo junto al Gran Personaje resulta absolutamente placentero.

Derrida volvió enigmático mucho de lo que creemos entender (la biografía esclarece algunos puntos). Seguramente va a quedar. Primero porque se trató de un escritor de primera categoría; segundo porque al final del camino siempre tropezamos con Hegel: el sofisticado creador de neologismos será vislumbrado como un síntoma de su época, de la obsesión de los años sesenta por repudiar todo lo heredado.

Guillermo Belcore
Publicado el fin de semana pasado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa.

Calificación: Muy bueno


PD: En la excelente reseña publicada en The Guardian (pinche aquí), Terry Eagleton llama la atención sobre una irritante modalidad de la escritura derridiana: el abuso de la pregunta retórica. 

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