sábado, 10 de mayo de 2014

La rubia de ojos negros

Benjamin Black

Alfaguara. Novela policial, 329 páginas


La señorita Cavendish es alta y delgada, con hombros anchos y elegantes caderas. Tiene ojos negros, negros y profundos como un lago de montaña. Una rubia de ojos negros no es muy frecuente. Rica, hay una en mil millones. Mirás a esa beldad y sentís un nudo en la garganta. Clare necesita un detective privado para que encuentre a su amante que, de la noche a la mañana, se esfumó en el aire. Cahuenga y Hollywood, Los Angeles en la década del cincuenta. Clare Cavendish pide ayuda a Philip Marlowe.

Sí, leyó bien. El investigador más famoso de la novela negra estadounidense está de regreso. Ese hombre íntegro, solitario como un coyote, al que muchos soñamos con parecernos ha sido revivido por John Banville (Benjamin Black es su seudónimo). Y esta bien que la creatura inmortal de Raymond Chandler fuese exhumada por el mejor estilista del idioma inglés, porque aquel héroe era básicamente un estilo, una retórica brillante (ironía + sarcasmo), un procedimiento magistral, incluso, para rematar los párrafos. Ojalá algún día todos habláramos como Marlowe.

Lo que usted, básicamente, debe saber es que Banville ha estado a la altura de las circunstancias. No sólo la prosa es magnífica, sino que se trata de una de esas novelas adictivas que dispensan placer de la primera a la última página. Pasan cosas. Marlowe se enamora, pero también es engañado, manipulado, golpeado ferozmente, incluso dos bestias le aplican la tortura del submarino. Resulta enternecedor escuchar a un par de amigos llamarlo ‘Phil’. Una salvedad: el historia se conecta con la novela más famosa de Chandler, por lo que para su acabado goce se recomienda haber leído antes El largo adiós.

Una rama de la literatura del siglo XXI parece querer especializarse en la recreación de los grandes personajes del pasado. Otro jueguito posmoderno. Primero fue James Bond y ahora tenemos de nuevo a Philip Marlowe. La apuesta no es para cualquiera. Requiere un escritor de primera categoría, como el irlandés John Banville.
 
Guillermo Belcore

Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa de este fin de semana.
 

Calificación: Excelente

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