domingo, 22 de junio de 2014

Sólo en Berlín

Hans Fallada

Océano. 686 páginas. Edición 2013.


Berlín, 1940. Ofuscado por la muerte de su hijo en el frente de batalla, un ebanista que sólo deseaba tranquilidad se rebela. Junto a su esposa, el obrero reparte postales con arengas contra Hitler. La Gestapo, las SS, la policía intentan cazar al enemigo del Estado alemán. No les resulta fácil. Dos años después, cuando se les acaba la suerte, son arrestados Otto y Anna Quangel. Hombres-bestia hacen tronar el escarmiento. Esta es la trama de una novela imprescindible del siglo pasado. Fue la última obra (acaso la mejor) del olvidado Hans Fallada; un año después, en 1947, el escritor alemán puso fin a su vida con una sobredosis de morfina.

Primo Levi, palabra autorizada, dijo de Solo en Berlin que es “el libro más importante jamás escrito sobre la resistencia alemana”. Hay que creerle, amigo lector, la novela tiene un inmenso valor testimonial (de hecho se basa en un caso real que el autor encontró en los archivos nazis) pero ese anclaje con la Historia en ningún momento rebaja la calidad artística. Su fuerza estética deviene, sobre todo, de la intensidad dramática: Fallada se las ha ingeniado para encadenar escenas tremebundas que se leen con un nudo en la garganta. Afortunadamente, se nos permite un desahogo: cunde cierto clima de farsa generado por pilantras que recuerdan a los bribones de Chaucer o de Shakespeare. Es decir, lo específicamente literario se impone sobre la pesadez de aquello que llamamos realidad. Caracteres memorables, seña de identidad de los grandes libros, por otra parte.

Fallada, que vivió recluido en una suerte de exilio interno durante los años satánicos del Tercer Reich, nos obliga reflexionar sobre un misterio insondable: la conciencia que dice ’no’ al Poder, a costa de sus propios intereses, en este caso de la vida y de la dignidad del cuerpo. Qué es lo que hace que un hombre mantenga la decencia, incluso en los hediondos calabozos de la Gestapo, acaso el lugar del Universo más alejado de la presencia de Dios. Quién sabe. 
Guillermo Belcore
Publicado hoy en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa

Calificación: Excelente

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