lunes, 25 de agosto de 2014

Una semana en la nieve

Emmanuel Carrere

Anagrama. 165 páginas. Novela, edición 2014.


Hace veinte años Emmanuel Carrere (París, 1957) dio este libro a la imprenta. Ya por entonces demostraba una formidable capacidad para pergeñar una trama que nos mantenga expectantes hasta la última página, aquí con originalidad, dando encarnadura literaria a una de esas noticias que leemos en la sección ‘Policiales‘ de los diarios y nos llevan a preguntarnos en qué clase de bestia codiciosa se ha convertido el ser humano. Es un buen recurso, sobre todo cuando no se tiene un estilo que permita distinguirse en la manada. Queda probado pues que Carrere sabe contar una buena historia.

Se narran las peripecias de Nicolás, un niño de siete años demasiado sobreprotegido que inspira a sus maestros un poco de lástima. Debe pasar el trance de sobrevivir a un campamento de invierno, donde se le enseñará a esquiar, junto a sus veinte compañeritos, entre los cuales, naturalmente, hay algún bravucón. Eso solo basta para sumirlo en tremendas angustias (¡todavía se hace pis en la cama!), pero hay algo en escena infinitamente más sórdido que el bullying. Y el misterio involucra al padre de Nicolás.

El escritor nunca muestra todas sus cartas y eso es un procedimiento que no merece otra reacción que elogios. Incluso apela, con suma delicadeza, al flashforward (prolepsis, lo llaman los retóricos) pero sólo en una ocasión. Lástima. Las reflexiones de Nicolás resultan deliciosas, van desde lo cómico hasta la desolación. ¡Pobre chico!, uno está obligado a exclamar. La prosa es precisa, clara, nada del otro mundo. La decisión (¿comercial?) de trozar el texto en capitulitos es una verdadera estupidez, pues aniquila el ritmo, el latido íntimo, de la escritura. No se justifica de ninguna manera. Una semana en la nieve, no obstante, entretiene y obliga a meditar. Pudo haber sido un gran libro con doscientas páginas más (y una traducción al gusto de los argentinos).
Guillermo Belcore 

Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa, el domingo pasado.


Calificación: Regular


PD:  En este blog se elogia una novela de Carrere. Pincha aquí: http://labibliotecadeasterion.blogspot.com.ar/2013/05/limonov.html

2 comentarios:

Anónimo dijo...


Guillermo, nunca he terminado de entender su aversión a la brevedad. Veo peligroso encontrar virtuosa la extensión por la extensión misma, y no la extensión relacionada con las necesidades de la historia. Es tan reprochable un texto escueto como uno redundante y palabrero. Desde luego el tema tiene que ver con la diversidad de gustos y sensibilidades, pero noto que usted aprecia particularmente las novelas totalizantes (oceánicas, las llama) y que repudia lo breve, como esos capitulillos de 3 páginas, que acepto que se están convirtiendo en plaga.

Otra cosa, abusando de su generosidad: me gustaría saber qué opina de Plata quemada. Aunque me gustó mucho la novela, sentí que estaba escrita descuidadamente: repetición de palabras(para mí) no estilizada, problemillas de puntuación, uso arbitrario de paréntesis. En resumen, me pareció una escritura sucia. Entiendo que el buen Piglia intenta estilizar la oralidad criminal de los años 60, pero esos detalles no me parecen parte de la estilización. Aclaro que la novela me parece excelente (el Gaucho Dorda es un personaje enorme), pero al acabarla me quedé con la duda: ¿es posible que sea un novelón y aun así tenga esa clase de errores? En lugar de responder, me dije: "pregúntale a alguien en quien confíes".

Saludos.

David

Guiasterion dijo...

Estimado David:

No soy un negador de la novela breve, per sé. Me cuento entre los admiradores de Kafka, Sciascia, Aira, entre otros escritores que han cultivado la especie. Mi debilidad sí, son las novelas oceánicas, pero no soy tan necio como para negar esa nouvelle redondita a la que no le falta ni una coma. Pero me fastidian los escritores sin ambición, que tienen una buena historia en sus manos y la desaprovechan. Sacan del horno la obra antes de tiempo. Contra ellos me bato.

Me temo, querido amigo, que no he leído la novela que menciona.

Abrazo, gracias por escribir

G.B.