domingo, 4 de septiembre de 2016

Las aflicciones

Pequeños milagros de la literatura. La belleza suele brotar donde menos se la espera. En un hospital de Filadelfia, por ejemplo. Un hematólogo eminente, nacido en la India y radicado en Estados Unidos, premiado por sus escritos médicos, invoca a los espíritus de Jorge Luis Borges y de Marcel Schwob, y concibe un libro extraordinario. Una verdadera obra de arte. Milagroso, ¿no?

Las aflicciones (La bestia equilátera, ciento cincuenta páginas) merece ser nominado para el rubro Imperdibles 2016. Bellamente narrado, con una prosa pitagórica, justa, tan anglosajona como borgeana en su estilo. Las frases fueron pulidas hasta que refulgen. No sobra una coma. El género, inescrutable. Un ensayo fraudulento o literatura fantástica. La gracia de la ambigua originalidad consagra el primer texto de ficción de Vikram Paralkar (Bombay, 1981). Una encantadora rareza.

Ha imaginado el doctor Paralkar que atesoran en la Biblioteca Central de cierto Imperio una obra portentosa, única sobre la Tierra, en trescientos veintisiete volúmenes, cada uno con su lomo perfecto, sus palabras límpidas y hermosas, con su propia estantería de teca y su mesa de lectura. Máximo, el boticario, es admitido como aprendiz, al servicio de la colosal Encyclopaedia medicinae.

 
Unos pocos capítulos narran la bienvenida que el Maestro Bibliotecario le prodiga a Máximo, como una suerte de introducción a la retahíla de enfermedades que describe la Encyclopaedia. Son tormentos que un Dios enfurecido ha arrojado sobre la humanidad. Por ejemplo: Amnesia inversa. Las fallas de la memoria no afectan al paciente sino a sus semejantes, primero a conocidos lejanos, luego a los vecinos, finalmente una amante despierta horrorizada y furiosa: '¿Quién es este tipo que apareció en mi cama?'. Allí el doliente comprende que ha sido borrado de toda memoria humana. Ni siquiera los galenos que lo tratan son inmunes. Al ser interrogados sobre sus informes, estos facultativos admitieron la letra como propia pero no recordaron haberlos escrito. ­¡Ja!

FICCION MEDICA


En la alfombra voladora de la ficción medica nos transporta, pues, el doctor Paralkar a los años fabulosos de la Edad Media. Las aflicciones no sólo es el fruto delicioso (desopilante por momentos) de una imaginación desbordante, también deviene de la erudición. Comercia con la filosofía, la historia y la antropología, entre otras disciplinas. No teme arriesgar, asimismo, un juicio teológico. Las yuxtaposiciones de cada breve relato son sublimes. Es uno de esos libros que se devoran con fruición.

Los lectores combativos encontrarán, incluso, orientación para interpretar a los hombres de la política que abusan de nuestra paciencia. Verbigraria: no parece aventurado colegir que cierto dictador caribeño hoy decrépito y cierta ex presidenta de los argentinos jaqueada por la Justicia -ambos aficionados a infligir a sus respectivos pueblos agobiantes discursos por cadena nacional- sufren de Aphasia floriloquens. Explica el texto que el mal es difícil de ubicar entre las "noventa y dos categorías de desequilibrios linguísticos conocidos por el hombre, puesto que es la única afasia caracterizada por un extraordinario exceso de discurso''.

También es posible concluir que en la Argentina de los últimos años afloró una terrible plaga. La Encyclopaedia establece que las víctimas de la Pestis divisionis descubren que "sus lealtades se disuelven para ser reemplazadas por otras. Forman sectas cuyas diferencias son tan profundas y agrias que cada persona abandona su hogar para unirse a sus nuevos hermanos. Estas diferencias nunca tienen que ver con la raza, la religión o el linaje; son meras ficciones impuestas por la plaga''. Añadimos nosotros que en nuestra Patria la epidemia se ha bautizado como grieta. Advierte Paralkar que el verdadero horror de la Pestis estriba en que el pueblo ya nunca se libra de sus cicatrices.

Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa.

Calificación: Muy bueno

1 comentario:

Ignacio dijo...

Lo lei hace un par de semanas y me pareció una maravilla. La Bestia Equilátera casi nunca falla y si bien Chitarroni escribiendo a veces es directamente ilegible, como editor es excelente.