viernes, 9 de mayo de 2008

Ojalá octubre

Juan Cruz Ruiz­

Editorial Alfaguara. Autobiografía novelada, 209 páginas.­

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Puede que sea el aire de la postmodernidad: somos espectáculo o espectadores, o no somos nada. O quizás sea la influencia del espíritu blog. O una moda: alguien labró un volumen afortunado y la manada sigue el sendero. Lo cierto es que proliferan hoy en castellano las obras intimistas, confesionales, más o menos impúdicas. Escrituras del yo las definió Alberto Giordano, un crítico excelente. En esta ocasión, el periodista Juan Cruz Ruiz (Tenerife 1948) desnuda su amor de hijo: escribe para entender y honrar a su padre Paco.­

Algo tan elusivo como una poética del hombre corriente ofrece el texto. Paco Cruz no es una persona extraordinaria, a lo sumo un soñador, atrabiliario e ingenuo en cuestiones comerciales. Aquí radica la debilidad de la propuesta. No hay sucesos relevantes, todo es suave, correcto, delicado. No pasa nada, bah. Más seductor resulta como cuadro costumbrista. Es un viaje (¡otro más por Dios!) a la España mustia, monótona, miserable de Francisco Franco, con el peculiar decorado de las islas Canarias. Las humillaciones son recurrentes.

El autor medita también sobre el fenómeno de la felicidad; un instante, cierta plenitud, que se hace añicos de nada como el cristal. Ojalá es el lema para vivir.­

Susan Sontag sugería encontrar siempre la erótica de la obra, esa pepita de oro que vuelve placentera la escritura. Más allá de la destreza para construir el personaje paterno (es un artificio como cualquier otro aunque se base en hechos reales) la eficacia literaria de Ojalá Octubre estriba en su fulgor poético. Hay cierto ritmo lírico que exige ser saboreado sin prisas. Hay páginas con una prosa bellamente forjada que justificará, para el criterio de algunos lectores, la empresa tan trillada de salir al encuentro del padre. Por desgracia, no hay nada más en este libro.­
Guillermo Belcore­

­Calificación: Regular

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