lunes, 8 de septiembre de 2008

76

Félix Bruzzone­

Editorial Tamarisco. Libros de Cuentos, 140 páginas, edición 2008.­

­Este blog refirma que Félix Bruzzone (Buenos Aires, 1976) es una de las plumas más prometedoras de la Patria. Talento ya había demostrado en las colecciones monotemáticas que Diego Grillo Trubba organiza para editorial Sudamericana. Esperábamos ansiosos, pues, su primer libro. El narrador decidió salir al ruedo, ¡ay!, explorando la literatura del yo, una verdadera plaga nacional. El noventa por ciento de lo que he leído en esa caudalosa corriente no me pareció más que un vano alarde de narcisismo. No es el caso de este libro, aunque me queda cierto regusto a desencanto.­

­El volumen va engarzando relatos que se influyen entre sí, por lo tanto debe ser leído como novela. Protonovela, acota con listeza la contratapa. En forma aislada, los textos puede que flaqueen, con honrosas excepciones como 2073, una ingeniosa distopía ubicada en una Argentina inundada y hostil. Pero en bloque conforman un mosaico que termina cautivando. Hijo de desaparecidos y nacido el mismo año de la irrupción del más siniestro Partido Militar, Bruzzone reflexiona sobre su identidad, su condición y su destino. La obra -según he leído- corre el riesgo de ser adoptada como "emblema de una generación".­­

En cuanto al estilo, el autor ensaya diversas técnicas y sale airoso. En una casa de playa, habla un niño y se deslizan términos que un niño nunca usaría (“¿Quién destendió la cama?”). La anécdota del texto es baladí: la compra vergonzosa de una revista porno. En Unimog, Bruzzone toma distancia al emplear la tercera persona. Mota adquiere, con los bonos que le dio el Gobierno, a un truhán un camión del Ejército, porque su padre, cuando era conscripto y miembro de una célula del ERP, había robado uno de esos mastodontes de chapa. El final es previsible. Es más sugestivo y por consiguiente más profundo, el efecto logrado con Susana está en el Uruguay. El relato fue armado enteramente con diálogos.­

El tono general de la obra es melancólico. Nunca la tristeza embarga al lector, a pesar de que las páginas provienen de una tragedia personal. Bruzzone invita a compartir su búsqueda febril, sus frustraciones, su catarsis... también sus experiencias sexuales. Aquí, como generalmente ocurre, no hay nada del otro mundo. Si no lo vence la molicie, es posible que concrete una brillante carrera como escritor. Y acaso, al final del sendero, verá a 76 como una obra indispensable y querida pero menor.­

Guillermo Belcore­

Calificación: Bueno­

PD: Me fatigué tratando de conseguir el libro. En el blog de la editorial se detallan los puntos de venta (en Eterna Cadencia a mediados de agosto no estaba). Hay algo conmovedor en los afanes de Tamarisco. Sus esfuerzos por ganarse un lugar bajo el sol merecen la mejor recompensa. ¡Qué vendan muchos libros y qué no pierdan el espíritu amateur (en el mejor sentido del término) en el camino!

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