lunes, 13 de octubre de 2008

El verano del sol quieto

Jorge Torres Zavaleta­

Nuevo hacer. Novela, 167 páginas. Edición 2008. Precio aproximado: 30 pesos.­

­

Una de las glosas de Casa Tomada sostiene que el espléndido cuento de Cortazar simboliza el inmovilismo ciego y suicida de nuestra aristocracia vacuna ante la irrupción de lo nuevo. Esta novela -premio municipal en 1997- también denuncia la esterilidad de una casta. Pero el revulsivo no es el peronismo sino el sexo que llega para alborotar una especie de eterno verano eduardiano. El deseo de un muchacho agita largas hectáreas tranquilas, ñoñerías, almuerzos y caballos, platería vagamente sacra, costumbres ya desprovistas de sentido.­

­ Jorge Torres Zabaleta (Buenos Aires, 1951) es un notable estilista. Ubica la historia en un haras en franca decadencia, allí donde se atenúan las sierras bonaerenses. Corren los años sesenta, aun la castidad es una cuestión de principios. Martín se llama el protagonista. Un adolescente pavo, flaco como un potrillo, siempre pensando en una sola cosa, reventando de ganas el día entero. Sus divagaciones tienen vida propia y lo hunden en el ridículo. Codicia a una mucama gordita. Su tía Bruna, un personaje memorable, intenta enderezarlo. El patriarca de la familia es el único que realmente lo ayuda. La llegada de un inglesito a la estancia precipita el drama. Se lo recibe como un príncipe azul, se lo ve como candidato ideal para la prima de Martín, pero el muy canalla -¡Cielo santo!- es un militante de los Beatles y el amor libre.­

­ La novela es entretenida porque describe la desintegración de un mundo patricio. Puede que las reflexiones de Martín sean demasiado sofisticadas. El autor usa al muchacho para meditar sobre Dios y la condición humana. Por cierto, es la única aspereza de la trama. Dos procedimientos resultan muy agradables: la poética de la llanura pampeana, ese océano vegetal cuyo cielo se ilumina de glorias inesperadas en el ocaso, y el rescate de voces vernáculas que no deberíamos haber perdido: batifondo, cuchichear, chicotazo, barullo, atufar, calandraca...
Guillermo Belcore­
Publicado en el suplemento de Cultura del diario La Prensa.­

­Calificación: Bueno­

­PD: Siempre resulta fascinante atisbar en el mundo de las clases ociosas, máxime cuando han entrado en el ocaso. Me pregunto hasta dónde es autobiográfica esta novelita que merece ser recomendada. Le recuerdo que usted lee un blog empeñado en promocionar la buena literatura nacional.

No hay comentarios: