lunes, 23 de enero de 2012

Anatomía de la influencia

Harold Bloom
Taurus. Ensayo sobre arte, 444 páginas. Edición 2011

Harold Bloom, ese polemista formidable, tiene ochenta años y la salud quebrantada. Ha enseñado durante más de medio siglo literatura de la imaginación en Yale. Se considera a sí mismo un gnóstico empedernido y un "formulador crítico de lo sublime''. Predica la shakespearología como la más benigna de las religiones. Es un entusiasta maestro de lecturas. Es un valiente, porque hoy cualquiera que se anime a emitir un juicio sobre el valor estético de un texto -"mejor, peor, igual a"- corre el riesgo de ser tachado sumariamente de aficionado total por la Academia. Antes de que anochezca, Bloom ha querido publicar una reflexión final sobre lo que llama proceso de la influencia. Comenta con pasión y sensualidad (la clave en su procedimiento es "pensar las sensaciones") unos treinta autores extraordinarios del canon occidental.

  Entiende Bloom que en literatura la influencia (como la jerarquía) existe. Consiste en la transmisión de un escritor anterior a uno posterior. Lo único que importa a la hora de interpretar -sostiene- es como un poema revisa aotro, tal como lo manifiestan sus metáforas, sus imágenes, su dicción, su sintaxis, su gramática, su métrica, su postura poética. El quid es "la lectura creativa errónea". Eso sí, la influencia actúa de manera laberíntica, nunca lineal. El agón resulta el rasgo central de las relaciones literarias. El crítico debe comprender la imitación, debe preguntarse de dónde extrae un gran escritor la idea de... y cómo la perfecciona. Que hay de Faulkner en Onetti, por ejemplo.

  El ensayo, pues, es el canto de cisne de Bloom. A pesar de su prosa nerviosa y confusa (por momentos) que propende al aforismo, siempre resulta interesante para el lector que busca la profundidad y la calidad literaria. El texto trabaja con materiales excelsos, como Shakespeare, Whitman, Joyce y Leopardi.
Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa el domingo pasado

Calificación: Bueno

PD: Harold Bloom -por eso lo considero mi héroe y mi mentor- tiene una fe inquebrantable en la estética. Sigue a Kant en la creencia de que el juicio estético exige una subjetividad profunda que esté más allá de cualquier ideología.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Magical sway, stay with me...estoy abducida por varios desde la ultratumba, son tantos que les doy número;-) you kwow, las influencias son inextricables y tú, también contaminas. Bye bye desde Málaga
Graciela