lunes, 23 de julio de 2012

Personas

Carlos Fuentes

Alfaguara. Relatos autobiográficos, 260 páginas

El mejor Carlos Fuentes (1928-2012) deambula por estas páginas. El lúcido integrante de la elite progresista global, la que veranea en la exclusiva isla de Martha’s Vineyard; el aristócrata cosmopolita que siente que la única manera de ser nacional consiste en ser generosamente universal, “pues nunca la parte se entendió sin el todo”. El polígrafo, que ha demostrado en su vasta y despareja obra que la creación es más importante que el acierto. Del autor de Terra nostra, en efecto, puede decirse lo mismo que Fuentes estableció de Pablo Neruda: “asumió los riesgos de la impureza, de la imperfección y de la banalidad”.

El libro póstumo del antepenúltimo coloso del boom latinoamericano (nos quedan Vargas Llosa y el Gabo) atesora una seductora constelación de retratos. Es una obra riquísima en anécdotas, Fuentes fue también diplomático, oficial u oficioso, del querido México. Cultivo la amistad de grandes hombres de su era como John Kenneth Galbraith (siete pies de alto, o siete pies según su legión de admiradoras), Arthur Schlesinger y Pablo Neruda. Trabó ligazón con Malraux y Alfonso Reyes. Fue uno de los invitados especiales en la asunción, tan tumultuosa como emocionante, de Francois Mitterrand en 1981. Es posible que nunca se haya escrito una semblanza tan esclarecedora de Luis Buñuel como la que incluye este volumen. La reivindicación fuentista del general Lázaro Cárdenas resulta inobjetable.

Fuentes declaró que sus textos son como los hijos que da la vida: algunos son buenos y uno se envanece de ellos; y otros… bueno, todo lo contrario, pero no por eso uno deja de quererlos. Ese vaivén, desde lo sublime a lo pueril o a lo cursi, al retruécano zonzo o la grandilocuencia andaluza se percibe con toda claridad en su faceta de crítico literario. Resulta inconcebible que un artista de la talla de CF haya escrito un análisis tan pobre de Rayuela; aunque, pensándole bien, acaso no se trate de otra cosa que la enésima critica literaria estragada por el amiguismo.
Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Economía del diario La Prensa.

Calificación: Bueno

PD: El retruécano, en general, como recurso retórico siempre me parece tonto. Un jueguito de palabras sin gracia ni talento.

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