domingo, 25 de agosto de 2013

The Fall, la serie

Belfast es una ciudad de tamaño mediano, decadente por el éxodo de la industria pesada, húmeda como un pantano, latinoamericana en su desaforada polarización, por aquello de que mi Dios es mejor que el tuyo. Es la capital del IRA dinamitero y de los extremistas protestantes que defienden a balazos la voluntad de seguir siendo súbditos de su Serena Majestad Isabel II. Pero no todo es política. El asesinato de la nuera de un influyente convoca a Irlanda del Norte a la detective superintendente Stella Gibson, gélida como las tetas de una bruja, eficiente como un bisturí. Descubre que no se trata de un crimen aislado: repta por las calles de Belfast un asesino y violador en serie que va creando su propia pornografía. Estrangula con sus propias manos a sus víctimas, todas jóvenes, bonitas, morenas y exitosas en lo suyo. Días después, se masturba mirando las fotos del cadáver prolijamente arreglado.

He aquí el argumento de otra maravillosa serie de la BBC, que no puedo dejar de recomendar con toda convicción
. El anzuelo y la carnada obviamente es el retorno de Gilliam Anderson, en su papel de oficial a cargo de la investigación. Ahora rubia fatal, con suave acento londinense, licenciada en antropología, brillante policía, aunque incapaz de comprender el impacto devastador que causa entre los hombres. Aquellos exaltados que durante años clamaban por ver en los Expedientes X a la agente Scully sumida en el frenesí sexual, ahora se verán recompensados. El adversario de Stella se llama Paul Spector (Jamie Dornan) un consejero matrimonial desquiciado. Todos somos Jekyll y todos somos Hide (por eso Stevenson es inmortal). Paul es un padre de familia amoroso, protector de mujeres ultrajadas durante el día; homicida múltiple durante las noches.

Fiel a la premisa de que siempre es preferible calidad a cantidad, la BBC sólo elaboró cinco capítulos de The Fall, pero el final abierto hace presumir que habrá una segunda temporada. La espléndida detective  (foto) no puede no quedar. Es un personaje que atrapa nuestra imaginación. La intención artística se percibe también en el trabajo del director Jakob Verbruggen (recuerdo en particular ciertos planos cenitales), las sólidas interpretaciones, la tensión dramática, y, especialmente, el moroso ritmo narrativo, acaso más propio de los libros que de la televisión, pero en cualquier caso una virtud que separa a los productos británicos del alocado mainstream estadounidense, tan apegado a la acción violenta. Y como si todo esto fuera poco, está el contexto. Belfast es una sociedad en carne viva, sanando día a día las heridas infligidas por el imperialismo británico.

Guillermo Belcore

Calificación: Muy buena.

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