lunes, 13 de octubre de 2014

Kassel no invita a la lógica

Enrique Vila-Matas

Seix Barral. Novela, 300 páginas. Edición 2014


Los libros de Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948) son un paraíso para los que aman las conjeturas individuales, la elegancia de algunas especulaciones, las teorías sobre el arte. Bullen de ideas.

Este “reportaje documental” (así lo califica su autor, uno de esos narradores a quienes les obsesiona la forma en que son leídos) cumple cabalmente la premisa. Es una lectura muy grata porque -además del afán por filosofar- contiene un humor muy fino que proviene de un recurso siempre eficaz: el soliloquio de un neurótico. El Vila-Matas protagonista tiene el encanto del chiflado.

Se basa el libro en una experiencia personal: la participación del escritor hace dos años en la Documenta de Kassel, una feria de vanidades, la penúltima estación de la vanguardia, donde el arte baila al son de lo irracional. Las organizadoras -a los que Vila-Matas rinde agradecido tributo, uno de los puntos flacos del libro- le encargan escribir (o simularlo) en un restaurante chino de las afueras de la ciudad alemana, pero sólo dos personas se acercaron a su “patibulario canapé rojo” para interesarse en la “instalación artística viviente“.

Así las cosas, Vilas-Mata va hilvanando lúcidas reflexiones sobre todo mientras pasea por la exposición. Hábil prestidigitador, sus condenas nunca son lapidarias. Tiene el don de la ambigüedad y el vicio de la corrección política. A pesar de su voluntario “alistamiento en las filas de un inconcreto, etéreo vanguardismo“, sus referencias son clásicas, tradicionales. Hay un punto en que causa fastidio, al menos a un lector latinoamericano: la novela puede ubicarse en ese subgénero degradado que se ha ido perfilando en la Europa continental, la literatura de la decadencia. Se insiste en que el Viejo Continente es un muerto insepulto, se escuchan quejidos lastimeros por la entrada a un período crepuscular. Vaya manera pueril de afrontar el fin del eurocentrismo.
Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Economía del diario La Prensa.


Calificación: Bueno

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